En la pandemia todo para, menos el consumismo.

whatshewrites
4 min readApr 6, 2020

Hay una diferencia entre no querer salir, y no poder hacerlo. En estos últimos días me he sentido frustrada, inspirada, enojada, animosa, triste, confundida… y estas son solo una de las palabras que definen mi persona en estos primeros días de cuarentena. Cuando me enteré que probablemente estaríamos un mes sin salir lo primero que pensé fueron todas las cosas que podía hacer durante estos días, incluso hice una lista y la publiqué en mi twitter con el fin de inspirarme más a lograrlo. Leer, dibujar, escribir… terminar pequeños DIY’s que tenía en mente, escuchar podcasts, ver películas que he tenido en “mi lista” de Netflix durante meses, hacer yoga. Estos eran mis objetivos, y mi yo de hace dos semanas estaba con la actitud a tope determinada a lograrlo.

Ilustración de Miranda Sofroniou @miranda_illustration

Pasaron los días y sí leí un poco, vi varias películas, terminé un dibujo, y al final del día me sentía… como si algo me faltara. Y es que como fueron pasando los días las noticias se fueron agravando, cada vez tenía menos ganas de salir a caminar en las mañanas, veía mi celular y me hartaba de estar en él. Los videos de ejercicio ya no llamaban la atención, quería estar en mi cuarto sola pero al mismo tiempo quería platicar con alguien; y bajaba a mi comedor y mi familia de lo único que hablaba era de lo que estaba pasando: la peor crisis económica desde hace años, que estábamos viviendo momentos que serían recordados por generaciones. Yo lo único que pensaba es que ya no quería ser parte de estos eventos históricos para poder regresar a la vida de antes, donde estaba disfrutando a tope mi último semestre de universidad con amigos que probablemente después de este año vea cada vez menos.

Con mis amistades me di cuenta que no era la única a la que los ánimos de un día a otro se le habían ido, era algo que nos estaba pasando a muchos. Y a la par, leía publicaciones sobre como si no sabías aprovechar este tiempo para hacer las cosas que siempre habías querido hacer, te dieras cuenta que toda tu vida lo único que te faltó fue disciplina y no tiempo, y ahí es cuando me di cuenta de que todo estaba mal.

Estamos pasando por momentos que jamás habíamos experimentado ninguno de nosotros (al menos mi generación), jamás había sucedido que la tierra parara, que el mundo entero parara. No habíamos sido testigos alguna vez de como todas las economías caían al mismo tiempo, una tras otra. No habíamos estado en situaciones donde nos diéramos cuenta que ningún gobierno en la tierra supiera qué hacer, todo en pausa, todo basado en esperanzas, en suposiciones, en estadísticas de cómo la gente va muriendo en distintos países. Y mientras pasa todo esto, ¿lo que se espera de nosotros es que sigamos siendo productivos? ¿Que nos sepamos organizar mejor?.

Familias se están rompiendo, personas están perdiendo a sus abuelos, padres, hermanos. Y no entiendo por qué la sociedad espera que lo único que hagamos durante esta cuarentena es aprender una nueva habilidad, o lo peor, que personas nos estén vendiendo la idea de que a lo que más debemos aspirar en estos días es regresar con el cuerpo que nunca hemos podido tener. Me di cuenta que todo el mundo ha parado, a excepción del mundo del consumismo.

Todos los días veo en mi Instagram publicidad de nuevos planes de ejercicio, nuevas dietas. Influencers agarrándose de este fenómeno para promocionar sus productos, convenciéndote de que si estás en tu casa seguro te la puedes pasar mejor si les compras la nueva mascarilla o la nueva ropa que obvio no podrás usar hasta que todo esto acabe. Celebridades diciendo que sí, todo está mal, pero ¿por qué no prendes la televisión y ves mi show? todo está mal pero, sígueme consumiendo.

En la pandemia todo para, menos el consumismo. Y el consumismo nos está haciendo sentir que nos falta algo o no podemos estar felices durante esta cuarentena si no les compramos. Que seremos un fracaso si no regresamos con el cuerpo de verano que todos envidian, que nos falta disciplina si no regresamos y somos mejores en lo que siempre quisimos serlo. Pero no lo entienden, el consumismo no entiende que esto es una crisis y que aunque estamos sanos físicamente, nos está afectando emocionalmente. No entienden y no entendemos que no necesitamos seguir comprando para sentirnos mejor, en estos momentos si no queremos ser productivos podemos no serlo, podemos un día quedarnos en nuestros cuartos viendo la misma serie de siempre porque es algo que nos conecta con una rutina que hemos tenido ya hace tiempo. Podemos hacernos una mascarilla en casa en vez de comprarla a un precio exagerado y podemos también sentirnos tristes. No pasa nada si regresas al trabajo a tus clases con unos kilos de más, a nadie le importa, a tí no te debe importar porque tu valor como persona viene desde dentro y no por todas las cosas que puedas comprar o aparentar.

Ilustración de Yelena Bryksenkova.

--

--